Sin titulo
- Cristobal Rodriguez
- 16 jul 2016
- 1 Min. de lectura
Era feliz como un pajarillo encontrando varias ramitas para su futuro nido, como un africano bailando al ritmo de su música nativa, como una madre que al volver tarde de su trabajo ve a sus dos revoltosos chiquillos saltando de felicidad. Sentía que las nubes no eran más que suaves sabanas de una fría noche de invierno, donde la cama te abraza de manera acogedora; Podía ver el futuro y el pasado, y seguir sonriendo, como si el mundo se detuviera para siempre. Dentro de mi cabeza habitaba una vil sonrisa, con la cual me podía sentar a enhebrar palabras y comas para contar el más épico de los piscatorios.
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